Si ya hemos tomado la maravillosa decisión de adoptar un perro, y mejor aún, acoger en adopción Labrador Retriever, hemos hecho algo muy importante para nuestras vidas. Los perros Labradores Retriever son alegres, compañeros, muy divertidos y cariñosos, por lo que no exageramos cuando decimos que aportan felicidad. Claro que hay que asumir la enorme responsabilidad de su cuidado, con todo lo que eso implica. Tiempo de atención y ejercicio, alimentación correcta y  cuidados médicos, son puntos que deben ser evaluados cuidadosamente antes de dar el gran paso.

labrador retriever adoptado

Cuando ya hemos conseguido nuestro Labrador Retriever adoptado, debemos hacer todos los preparativos previos a su llegada, para  que todo resulte bien. Esa primera impresión, que para los humanos es muy importante, para el perro también lo es.

Al adoptar un Labrador Retriever y llevarle a casa por primera vez, debemos ya tener en un lugar determinado, su cama,  sus elementos de juego, recipientes de agua y comida,  collar y correa. Elegir el sitio donde el perro va a comer, no es tan complicado, pero debemos evaluar muy bien donde va a dormir, de modo que sea un lugar tranquilo para el perro y no un sitio con mucho ruido o movimiento. Sobre esa cama que preparamos, dejamos una mantita y tal vez un par de juguetes.

Otro trabajo previo al gran día de la llegada de nuestro Labrador Retriever  en adopción, es quitar todo lo que pueda ser peligroso para el perro. Debemos recorrer la casa a conciencia, retirando todo lo que pueda ser tóxico. No solo se trata de medicamentos o venenos para las plagas, sino también elementos de limpieza. Todo debe quedar fuera del alcance de nuestro nuevo perro. Si tenemos algo que nos gusta mucho y nos da miedo que el perro pueda dañarlo, por esos primeros días también lo quitamos, de modo que no debamos arrepentirnos luego. Ya iremos educando a nuestro perro a las costumbres de la casa. No olvidemos que al tratarse de un perro adoptado, casi con seguridad ha vivido con otras personas, que pueden tener costumbres diferentes a las nuestras.

Con la casa lista para su llegada, es hora de ir al refugio a buscar nuestro Labrador Retriever. Es muy importante que nos mostremos relajados frente a él. Al llegar a casa, y para disminuir su natural tensión, lo podemos pasear unos pocos minutos, de modo que pueda olfatear un poco las zonas cercanas a nuestra casa.

Por jerarquía, vamos a entrar primero que el perro. Para eso la correa es de gran ayuda. Si hay niños, es importante pedirles que no griten y corran para todos lados. Toda la adaptación exige mucho cariño y paciencia.

Soltamos el perro dentro de casa y lo dejamos olfatear a gusto. Él solito va a investigar este nuevo lugar, que aún no comprende que es su nueva casa.  En alguna medida, hasta el más sociable y confiado de los perros, es natural que sienta algo de miedo. Es más, un perro normal y saludable se va a sentir desconfiado y atemorizado por la nueva situación.

En tanto y en cuanto el perro nos ve relajados, él lo estará cada vez más. Un consejo muy simple pero efectivo, es poner algo de música clásica muy suave. Esto lo va a relajar mucho más de lo que parece.

La primera comida será un momento importante para él. De nuevo, por jerarquía es importante que vea que la familia come primero y luego se le sirve a él.

Cuando ya lleva un buen rato investigando, y si lo vemos contento, podemos intentar jugar un poco, pero todo tiene que ser gradual. No se trata de que entre a casa, lo alimentamos, jugamos, salimos a pasear, etc. Todo de a poco, con confianza y mucho cariño en unos días es un miembro más de la familia al que tendremos que empezar a educar.

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