Convivir con miembros de otra especie, en particular con perros y gatos, nos aporta a nuestra vida algo intransferible. La convivencia interespecie nos deja mucho más claro que somos simples animales, con códigos algo diferentes que otros, pero ni un poco más ni un poco menos. La mejor forma de sumar a nuestra familia una mascota, es adoptando, sin duda alguna. Pero si en casa, además de los humanos, ya viven otras mascotas, esa adopción requiere de consideraciones especiales. Veamos un poco más que debemos tener en cuenta cuando ya tenemos un perro en casa.

Para el perro cuantos más mejor

Para un perro nada mejor que aumentar el grupo, por lo que debemos pensar que luego de una necesaria adaptación de todas las partes, ambos perros salen ganando. Debemos pensar en adoptar otro perro, si nuestro perro es sociable. En caso contrario, con  un perro agresivo que no sabe relacionarse con otros miembros de su especie, primero debemos resolver ese problema antes de siquiera pensar en otro perro.

Debe existir una compatibilidad entre ambos perros. Por ejemplo, si tenemos en casa un perro muy anciano que apenas puede caminar y que ve muy poco, traer un cachorro que es muy dinámico, solo va a estresar sobremanera al perro mayor. Si en casa tenemos un perro que pesa 3 kilos, ya es muy adulto y le traemos otro adulto de 70 kilos, no van a poder jugar a gusto. Tal vez terminen teniendo una excelente relación, pero hasta puede ser peligroso para el pequeño compartir el más inocente de los juegos con el otro perro.

Mejor esterelizados

Otro punto clave es que ambos perros se encuentren esterilizados, de modo que las hormonas no interfieran con la amistad en ningún sentido. Ni siendo del mismo sexo o del contrario debemos tener ese problema.

Buscaremos en el refugio un perro sociable y acostumbrado a la convivencia con otros perros. Vamos a presentarlos no dentro de casa, sino en territorio neutral, de modo que no exista competencia en ese sentido. Un paseo por el parque con juegos es ideal.

Con los perros ya relajados y un poco cansados podemos llegar a casa. Es muy importante no intervenir salvo que de verdad sea necesario. Puede haber algún gruñido que otro, pero ellos lo solucionan solos. Nuestra intervención suele complicar más que simplificar las cosas. Como todo animal naturalmente gregario, el perro tiene muchas formas de comunicación que los demás perros comprenden y que minimizan las agresiones, pero la vigilancia se impone,

No los dejamos solos, por razones de seguridad, hasta tener la certeza que no hay posibilidades de agresiones físicas. Si es necesario que queden ambos en casa sin supervisión en esos primeros días, cada uno en un sitio diferente.

Para ser claros, pueden gruñirse un poco. A lo sumo decimos un NO, bien fuerte, pero no intervenimos ya que ellos son los que van a encontrar como relacionarse.

Cada perro debe tener sus pertenencias. Claro que siempre les va a gustar mucho más la cama del otro y su pienso, que casualmente es el mismo. En mi casa, por ejemplo, nada mejor para mi perro que el pienso del gato, y para el gato que el pienso del perro. Ellos solos los resuelven con algún gruñido, un intento de arañazo, y a los dos minutos están durmiendo juntos, unos sobre el otro. Igualmente es importante supervisar las primeras etapas.

Si las jerarquías en casa son claras, y el perro que ya tenemos sabe que no es el quien manda, todo es más simple. El nuevo perro debe comprender fácilmente que su lugar tampoco es el de mando.

Mucha paciencia, cariño y supervisión son las claves de una adaptación perfecta para ambos.

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